

En estos días se ha hablado mucho de la relación entre el déficit de vitamina D y el coronavirus. Imagino que ya habréis escuchado que el confinamiento por el coronavirus puede ser causante y agravante de este déficit de vitamina D y, este hecho, puede tener grandes repercusiones para nuestra salud, pero especialmente para las personas de edad avanzada, niños y lactantes.
Es una vitamina cuya función principal es mantener unos niveles adecuados de calcio y fósforo en sangre, contribuyendo en los niños a una adecuada mineralización del hueso y el desarrollo de la placa de crecimiento. Es decir, permite que los huesos de los niños crezcan y se desarrollen de forma adecuada.
En caso de déficit de vitamina D se desarrolla raquitismo y osteomalacia. Esto se traduce en que una inadecuada mineralización ósea, lo que es un predictor de riesgo de osteoporosis en la edad adulta
Sí, actualmente se conoce que la vitamina D juega un papel beneficioso a nivel cardiovascular, dermatológico, oncológico, inmunitario, neuropsicológico y de salud reproductiva.
Se estima que con la dieta obtenemos un 10% de las necesidades de vitamina D, fundamentalmente a través de los pescados azules (caballa, bonito, arenque, salmón, atún, boquerón, sardina, anchoa, incluso en conservas), pero también a través de la yema de huevo y los alimentos fortificados. Hay otros alimentos, como la leche de vaca, mantequilla, yogures, quesos y pescados como congrio, camarón, bacalao y langostinos que también son fuente de vitamina D.
Y el restante 90%, ¿de dónde lo obtenemos? La fuente más importante se debe a la síntesis de vitamina D en la piel por la exposición solar. La síntesis está influido por el color de la piel. Por ejemplo, las personas de raza negra necesitarán una exposición 10 veces superior a las personas con piel clara para obtener unos niveles de vitamina D adecuados. Asimismo, la radiación solar que recibimos es mayor cuanto menor sea la latitud, mayor la altitud, menor la nubosidad y menor la polución atmosférica. En primavera, verano y otoño los rayos de sol inciden más perpendicularmente, por lo que también aumenta la radiación solar.
En líneas generales, se recomienda una exposición de 10-15 minutos al día en un 25% de la superficie corporal (manos, brazos y cara) en las horas centrales del día, para obtener niveles adecuados de vitamina D.
Los niños por debajo de los 12 meses tienen un alto riesgo, especialmente los prematuros y los recién nacidos de bajo peso. Todos deben recibir un suplemento de vitamina D durante el primera año de vida, independientemente de si son alimentados con leche materna o fórmulas infantiles.
Por encima de dicha edad, los niños con riesgo son aquellos con escasa exposición solar, piel oscura, ingesta dietética inadecuada, enfermedades malabsortivas (celiaquía, fibrosis quística, atresia de vías biliares, enfermedad inflamatoria intestinal entre otras), enfermedades hepáticas o renales, obesidad y los niños que reciben tratamiento con fármacos como la rifampicina, isoniacida, anticonvulsivantes y corticoides de forma crónica.
La mayoría de los estudios realizados hasta la fecha indican que una cantidad considerable de niños y adolescentes españoles tienen niveles de vitamina D deficitarios.
En un estudio realizado en Madrid indica que de 102 escolares estudiados el 51% tenía déficit de vitamina D. En otro estudio en Cádiz, de 146 niños estudiados el 45% presentaba niveles subóptimos, y en Asturias, de una muestra de 287 niños, el 52% también lo tenía.
Las recomendaciones generales a partir del año de vida son seguir un estilo de vida saludable, realizar actividades al aire libre con exposición solar sensata, y tener una dieta variada con alimentos ricos en vitamina D.
Solo los niños con factores de riesgo, o con déficit confirmado en analítica de sangre, son candidatos a tomar suplementos de vitamina D.
En el aislamiento por pandemia de COVID 19, si no es posible asegurar una exposición solar adecuada a los niños, puede ser necesario el uso de suplementos de forma temporal. En caso de dudas es recomendable que lo consulte con su pediatra, que le dará unas recomendaciones de forma individualizada.